La
monarquía española es una gran desconocida si hablamos de su
funcionamiento y sus símbolos,... Este artículo tiene como
objetivo arrojar un poco de luz, puesto que pese a tratarse de la
forma política del Estado en el que residimos es una información
poco presente en nuestras vidas.
Al
contrario de lo que ocurre en otros países cercanos al nuestro en el
que sus ciudadanos adquieren conocimientos sobre la Jefatura de
Estado desde el colegio, en España no se nos enseña, ni explica la
simbología y funcionamiento de la monarquía, lo que lleva a
escuchar verdaderos sin sentidos.
En
la historia de la monarquía española existen pocos precedentes de
coronación de un Rey. La última coronación se realizo en el siglo XIV,
en esta época consistía en la elevación del soberano sobre un
pavés y su aclamación como Rey por los dignatarios del reino y el
pueblo. Esta costumbre fue adaptándose a los tiempos, fue sustituida
por la proclamación ante las Cortes después de haber jurado obediencia y cumplimiento de las leyes, fueros o constitución
vigentes.
El
punto anterior nos lleva al por qué de que en España no existan unos
objetos (corona y cetro) específicos para la ceremonia de coronación
como en otros países, pero si unos símbolos monárquicos
ceremoniales.
La
corona, procedente del reinado de Carlos III, ha sido utilizada en
todas las coronaciones y funerales de soberanos desde la proclamación
de Isabel II. Dicha corona es el símbolo de la Monarquía, representa
el carácter secular del régimen político español.
En términos heráldicos, esta corona no cumple lo establecido para la
Corona de los Reyes de España. Según estos dictámenes debería ser
de oro con piedras preciosas engastadas y en realidad es de plata
bañada en oro, con ocho florones en los que aparecen los Armas de
los Reinos de Castilla, León, Granada, Parma, Tirol y las Armas de
los Borbones (la flor de lis), además de tener unas dimensiones
excepcionalmente grandes.
A
su vez las diademas deberían estar
cargadas de perlas y en realidad son coronas de laurel, haces de
palmas y espigas de trigo con las que se pretende simbolizar
abundancia y progreso. De su punto central emerge una cruz, por
proceder de monarcas católicos.
El
cetro se piensa que procede del reinado de Felipe IV, por lo que es
más antiguo que la corona, y los materiales utilizados en el mismo
son oro, plata, rubíes y cristal de roca.
Ambos
objetos se perdieron en la Guerra de la Independencia en los saqueos
llevados a cabo por los franceses, al igual que las joyas reales
reunidas y creadas por los Austrias y los Borbones.